«UN DOCE DE DICIEMBRE DE MIL NOVECIENTOS OCHENTA Y SEIS»

Me llamo Alfonso, tengo 61 años, con 30 años me diagnosticaron que tenía alcoholemia. Llevaba tres años casado.
Cuando estaba consumiendo tenía las limitaciones que tiene cualquier adicto a cualquier sustancia. Vivía solo para consumir. Trabajaba en la calle, de comercial, procuraba mantenerme donde yo veía el equilibrio, que no era necesariamente donde estaba realmente. Sentía que estaba bien hasta cierto límite y de ahí no pasaba, pero no estaba bien, estaba mal según me veían los demás.
Me di cuenta de que no comía, solo bebía y eso derivó en un ataque de abstinencia acompañado de un delirium tremens que me obligó a ir al médico. Me diagnosticó un problema con el alcohol y me explicó en que consistiría el tratamiento. Tuve la suerte de entender a la primera cual era mi problema. Se lo expliqué a las personas que me rodeaban en aquel momento, mi mujer, mi madre, mis hermanos, la familia más cercana y lo entendieron perfectamente, me apoyaron en todo lo que necesitaba y me acompañaron a la asociación donde estaba el médico que me hacía el tratamiento.
No me recordaron en ningún momento mis etapas anteriores, lo que había hecho o dejado de hacer, de los trabajos que había perdido o no había perdido, para nada me recordaron mi mala vida. Eso me ayudó bastante en esas etapas iniciales.
Tuve la suerte de rodearme de buena gente y de mi familia. La Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Torrente y Comarca (ARTIC), me ayudó mucho, enseguida me impliqué con ellos, considero que me ayudó mucho en mi rehabilitación.
Entender desde el principio lo que era la enfermedad me facilitó mucho las cosas. Entendí que se trataba de una enfermedad y que las enfermedades se curan siguiendo los tratamientos y que el resultado que persiguen es el éxito.
En principio no pedí explicaciones, simplemente no bebía porque me lo había dicho el médico. Cuando fui al médico era porque me encontraba mal y si fui, era porque quería estar mejor, por lo que tenía que hacer caso al médico.
Una de las premisas era no beber, tomar los medicamentos, regenerarte. Como tuve un problema de raquitismo por la falta de alimentación, enseguida me empecé a encontrar bien, noté rápidamente una mejoría física, intelectual y emocional. El “no porque no” del principio se convirtió en un “no porque no debo”, “no porque no me interesa” y en la actualidad en un “no porque estoy muy bien así”.
«El alcohol es más fuerte que cualquiera de nosotros»

Me he dedicado a aprender a vivir, a dedicar más tiempo a mí y a mi familia y a vivir lo mejor posible de manera consciente. Con el alcohol vivía para mantener mi adicción.
Si vas al médico, hazle caso, sigue las pautas al pie de la letra, cuando te veas que estás mejor es porque antes estabas mal. Tienes que continuar queriendo estar mejor, no vuelvas a estar mal. No vuelvas a querer controlarlo, el alcohol es más fuerte que cualquiera de nosotros.
Yo soy la misma persona hoy que cuando estaba bebiendo, con la diferencia que antes, mi inteligencia, mis pensamientos no los dejaba salir, el alcohol me los taponaba, tenía un tapón en la cabeza. Hoy ya no tengo ese tapón.
Ahora estoy fabuloso, mucha gente cree y confía en mí, muchos me preguntan que hay que hacer para estar como yo. Tengo una familia de categoría, mi vida ha cambiado al cien por cien y todo gracias a la decisión que tome un doce de diciembre de mil novecientos ochenta y seis, una fecha que jamás se me va a olvidar
Siempre me acuerdo del primer día que entré en la asociación, de cómo estaba, y me veo como estoy ahora, la diferencia es enorme.